martes, 20 de mayo de 2014

Una prueba no invasiva para uno de los peores efectos adversos del VIH



Sentir hormigueo o escozor en los dedos de los pies o de las manos es un síntoma tan difuso que pocas veces se puede asociar a un problema concreto a la primera pero, si este evoluciona a dolor y se extiende a todas las extremidades, puede ser el aviso de un síndrome que, sin ser grave, sí perjudica gravemente la calidad de vida de los infectados por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Se trata de la neuropatía periférica inducida por el VIH causada precisamente por un deterioro de los nervios periféricos del cuerpo, los encargados de transportar las señales entre el sistema nervioso central y los músculos, la piel y los órganos internos.

Hasta ahora, para diagnosticar esta dolencia, que puede afectar hasta a un 30% de seropositivos -el porcentaje es más elevado en los de mayor edad- se utilizaba un procedimiento invasivo y doloroso para el paciente, la biopsia de piel que, tras la extracción de una muestra de tejido dérmico, sirve a los médicos para observar si existe daño en las puntas de las fibras nerviosas.

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