La Universidad de Oviedo, en colaboración con el hospital St. Michael de Toronto y la Universidad de Pennsylvania, ha demostrado a través de un estudio que la ventilación mecánica a la que se somete a los pacientes ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), provoca a medio plazo daños neurológicos.
La Universidad, mediante una nota de prensa, ha explicado este jueves que los investigadores han descubierto un mecanismo molecular que explica la conexión entre la respiración asistida y los daños cerebrales. El trabajo ha sido publicado recientemente en la revista 'American Journal of Repiratory and Critical care medicine'.
Según la Universidad, al menos un 30% de los pacientes ingresados en la UCI y que reciben ventilación asistida padecen algún daño neurocognitivo que a medio y largo plazo se traduce en síntomas como ansiedad, depresión y, especialmente, delirio.
"Los experimentos en el laboratorio de la Universidad asturiana constataron que la distensión pulmonar producida por la ventilación mecánica provoca una señal que transmite el nervio vago y un incremento de la liberación de dopamina, que causa muerte neuronal", explica la institución. Las pruebas realizadas en el laboratorio y en el Banco de Cerebros del Hospital Universitario Central de Asturias han desvelado cómo se produce el daño cerebral en los pacientes.
La descripción del mecanismo molecular permite aplicar tratamientos que eviten esos daños gracias a la dispensación de medicamentos antidopaminérgicos a los pacientes susceptibles de sufrir estas lesiones. El siguiente paso en la investigación del equipo, liderado por el doctor Guillermo Muñiz Albaiceta, supone lograr un diagnóstico precoz y determinar qué pacientes tienen mayor probabilidad de experimentar estos daños a través de estudios genéticos.
"Hemos establecido ya los modelos en ratones y ahora estamos buscando aproximaciones terapéuticas que nos permitan evitar ese mecanismo molecular que acaba por dañar el hipocampo", ha explicado el doctor Muñiz Albaiceta. Los hallazgos podrían conducir a nuevos usos terapéuticos de los fármacos que ya están en el mercado y abrir la puerta a la creación de nuevos medicamentos específicos.
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