Es viernes por la noche y los bares del popular barrio berlinés de Kreutzberg echan humo, pero de forma literal. Un nube con aroma a cigarrillo de cajetilla, tabaco de liar y a veces cannabis es la tarjeta de bienvenida a cualquier local nocturno de la ciudad. A pesar que desde 2007, como en la mayoría de ciudades europeas, la ley prohíbe el consumo de tabaco, tanto en lugares públicos como en locales, Berlín no cumple con la legislación. La metrópoli germana se ha convertido en un paraíso para los fumadores de tabaco y de otras sustancias. "La gente se va a Ámsterdam a fumar porros en los coffe-shops como si fuera la leche y aquí (Berlín) la peña fuma y se lía canutos cuando quiere y donde quiere, tanto en bares como discotecas y nadie te dice nada", asegura Javier Palicio, un cámara asturiano que vive en la capital alemana desde 2009. Su testimonio es muy fácil de verificar. Basta con darse una vuelta por los diferentes sitios de ocio de la ciudad para comprobar que el humo forma una seña de identidad.
Llama la atención la impunidad con la que los usuarios violan la ley ante la mirada impasible de los camareros o de los dueños de los bares. Ni siquiera se pueden leer en los recintos las típicas advertencias que se ven en otras ciudades germanas, donde se recuerda a los clientes que está terminantemente prohibido fumar. "Si no se pudiese, Berlín no sería tan especial. Estamos hablando de una ciudad distinta a todas en Europa, que es especial por una permisividad que no se puede ver en otros lugares. Hay una libertad total para crear, vestir, consumir... Aquí no está bien visto prohibir cosas", justifica Oliver W., gerente de un local en Neuköln, uno de los barrios de moda de la capital. La clave para que los establecimientos pongan resistencia a la prohibición reside en los vacíos legales que alberga la ley. Acogiéndose a excepciones que contemplan el texto legal, basadas en el tamaño de los bares y si estos contemplan espacios diferenciados para no fumadores, muchos propietarios de bares y discotecas esquivan las multas.
Johannes Spataz, miembro de la asociacón contra el tabaco Forum Sin Humo, asegura que los bares ni siquiera respetan las salvedades legales. Culpa de ello a la ley a la que califica "de gran fracaso". Revela que en 2009 "se añadieron tantas excepciones que la han hecho "incontrolable y problemática". Considera "inaceptable que los no fumadores que quieran salir a bailar no tengan ninguna posibilidad de respirar humo limpio". Además, denuncia que los controles de las autoridades son muy superficiales y nunca hasta más tarde de las 12 de la noche. El año pasado, varios estudiantes de la Universidad Técnica de Berlín hicieron un estudio para comprobar hasta qué punto no se cumple la ley del tabaco en los lugares de ocio de la capital germana. El resultado fue revelador: de los 100 clubes nocturnos que investigaron, en horarios comprendidos entre las 23 y las 4 de la mañana, solo 16 cumplían la legislación, mientras que en el resto se fumaba impunemente, sin la existencia siquiera de áreas específicas para fumadores.
A las críticas por el no cumplimiento de la ley en Berlín se han sumado voces de la política, como la del socialdemocrata Lothar Bindin, impulsor de la ley aprobada entre 2007 y 2008 para la protección de los fumanores pasivos. El miembro del departamento financiero del SPD pone como ejemplos a seguir Baviera, Sarre y Renania del Norte-Westfalia. En Múnich, durante la popular fiesta del Oktoberfest, se logró extender la prohibición hasta en las carpas donde se sirve cerveza.
La comunidad médica alemana también reprueba el no cumplimiento de la ley en Berlín. Wulf Pankow, médico jefe de la clínica especializa en enfermedades pulmonares del barrio de Neukölln, advierte de los riesgos de la permisividad: "Cuando uno baila en una discoteca con humo, lo hace de forma especialmente rápida e intensa y es muy perjudicial para el fumador pasivo". Recuerda que la tasa de infarto es más baja "en los países con medidas más estrictas contra los fumadores". De hecho, según un estudio presentado hace un año por la aseguradora médica Dak, la sanidad pública alemana ha ahorrado cerca de 150 millones de euros gracias a la prohibición de fumar en lugares públicos. Mientras tanto, los bares de Berlín siguen llenos de clientes que sostienen sus vasos de cerveza mientras expulsan bocanadas de humo por la boca.
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