Los fósiles de hace 1,8 millones de años de Dmanisi, el famoso yacimiento de Georgia donde se han encontrado los restos de los primeros –hasta ahora- homínidos que salieron de África, están rodeados de polémica sobre cómo encajan en el árbol evolutivo humano y los debates entre especialistas no hacen sino avivarse. Un equipo delCentro Nacional de Investigación de Evolución Humana (CENIEH), en Burgos, ha analizados tres mandíbulas de la colección de Dmanisi y concluye ahora que son de, al menos, dos especies diferentes, y no una como defendieron recientemente sus descubridores. “No tendría nada de extraño: si en esa época, hace unos dos millones de años, había en África cinco especies de homínidos, es perfectamente lógico que dos de ellas, y no una sola, se extendiera por oriente próximo hacia Georgia”, señala José María Bermúdez de Castro, paleontológico del CENIEH, experto internacional en el análisis de dientes y líder de esta nueva investigación.
La presentación mundial en la revista Science, el pasado mes de octubre, del cráneo número cinco de Dmanisi, una pieza muy bien conservada y completa, fue acompañada de la interpretación de estos fósiles por parte de los descubridores de estos primeros, hasta ahora, pobladores de Eurasia. David Lordkipanidze y sus colegas concluyeron que las diferencias entre los cinco individuos cuyos restos se han hallado en el yacimiento georgiano hasta ahora no son mayores que la que hay entre cinco personas actuales o entre cinco chimpancés.
Bermúdez de Castro lo niega rotundamente. El estudio que ha realizado con su equipo, y que se publica en la prestigiosa revista PlosONE, concluye que la variabilidad de la población de Dmanisi es muy superior no solo a la humana actual, sino a la de los gorilas, “cuyo dimorfismo sexual, con machos el doble de grandes que las hembras, es el mayor entre los simios antropoideos”. La mandíbula del cráneo número cinco (denominada D600), de gran tamaño y morfología extraña, es claramente diferente de las otros dos que han estudiado. Todas ellas tienen características primitivas. Los expertos de Burgos han hecho un estudio de morfología comparada de tres de tres mandíbulas; la cuarta carece de dientes, lo que dificulta su estudio.
Ese cráneo tiene algunos rasgos compartidos con los neandertales, señala Bermúdez de Castro, investigador del CSIC y codirector de las excavaciones de Atapuerca. Pero se trata de convergencia evolutiva, advierte, no es que haya una relación de parentesco entre ambas especies, separadas por más de un millón y medio de años. En este caso, como en muchos otros en la evolución, la similitud de características entre algunos organismos responde a que la selección natural desembocó en la misma solución en unos y otros, como aves y murciélagos, por ejemplo, que tienen alas como adaptación al vuelo sin que haya un parentesco entre ellos.
Los investigadores del CENIEH, tras sus análisis de morfología comparada proponen asignar el individuo del cráneo número cinco con su mandíbula correspondiente a H.georgicus, la especie que inicialmente se propuso para esos fósiles georgianos, mientras las mandíbulas pequeñas recuerdan a las de Homo habilis, una especie africana de aproximadamente la misma antigüedad.
Bermúdez de Castro explica que conoce las mandíbulas de Dmanisi desde hace tiempo y que la interpretación de una única especie no le convenció. Su trabajo ahora es una respuesta científica al debate y espera que haya más con más estudios profundos de los fósiles.
Otro problema del yacimiento, explica el especialista español, es que la geología allí es confusa. “La datación es correcta, pero no está claro cuántos niveles tiene Dmanisi y hay que tener en cuenta que una sucesión de riadas, rellenos por cenizas volcánicas, erosión, más riadas… puede abarcar muchos acontecimientos en un plazo de tiempo de solo 100.000 años”. Así, sería perfectamente factible que se acumulasen en el lugar huesos de dos o más especies, comenta. Esa zona de Georgia, rica en flora, fauna y alimento para los antiguos humanos, añade Bermúdez de Castro, está a solo unos 1.500 kilómetros al norte del Valle del Rift africano –región rica en fósiles de homínidos- por el llamado corredor levantino. Nada impide que más de una especie tomara ese camino migratorio.
La respuesta definitiva sobre si se trata de una o dos especies cabría esperarla de la mano de los análisis genéticos, pero 1,8 millones de años está, por ahora, fuera del alcance de la ciencia del ADN antiguo.
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