Gracias al telescopio espacial de rayos X de alta energía NuSTAR , unos científicos han logrado hacer lo que califican de primer mapa de material radiactivo en el remanente de una supernova. La nueva cartografía, afirman, da muchas pistas sobre cómo se producen esas colosales explosiones con las que terminan su vida las estrellas de masa superior a ocho veces la del Sol que han consumido todo su combustible nuclear y colapsan. “Las estrellas son bolas esféricas de gas, por lo que uno puede pensar que cuando terminan sus vidas y explotan, esa explosión parecería una bola uniforme en expansión”, señala Fiona Harrison, investigadora principal de este telescopio de la NASA y científica del Instituto de Tecnología de California (Caltech). “Pero nuestro nuevo resultado muestra cómo el corazón de la explosión, el motor, está distorsionado”.
La explosión de la una supernova lanza al espacio gran parte o todo el material del astro acabado a un 10% de la velocidad de la luz, generando ondas de choque en el entorno que dispersan el gas y polvo del remanente. En estos cataclismos estelares se forman en el universo muchos elementos, como el oro, el calcio o el hierro ya que en las condiciones extremas de la explosión se fusionan elementos ligeros que forman los más pesados.
La supernova puede brillar hasta tal punto de que, durante un tiempo, destaca en la galaxia que aloja la estrella destruida. La que ahora han estudiado Harrison y sus colegas es Casiopea A, un resto de explosión estelar a más de 11.000 años luz de distancia de la Tierra y cuya luz llegó hasta aquí hace unos 350 años, cuando debió de aparecer en el cielo como un nuevo astro brillante. Ahora, con el NutSTAR, los investigadores han cartografiado el titanio-44, un elemento radiactivo producido en el corazón mismo de la supernova. El titanio está concentrado en grumos en el centro del remanente de la explosión estelar con una distribución asimétrica, explican los investigadores enNature.
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