Un equipo de astrónomos ha presenciado por primera vez la desintegración en varios fragmentos de un asteroide situado en el cinturón principal. La roca espacial se fracturó en al menos diez pedazos, según calculan los investigadores de la Universidad de California (UCLA) que firman este estudio. Cuatro fragmentos son significativamente más grandes. El mayor mide unos 200 metros, un tamaño equivalente al de dos estadios de fútbol.
El telescopio espacial Hubble fotografió el fenómeno, que se produjo de forma gradual entre septiembre de 2013 y enero de 2014. En concreto, se realizaron observaciones el 29 de octubre, el 15 de noviembre, el 13 de diciembre y el 14 de enero. Aunque fue elHubble el que tomó las imágenes, esta investigación es otro ejemplo de exitosa colaboración entre los telescopios terrestres y espaciales.
El asteroide, bautizado como P/2013 R3, fue detectado por primera vez el 15 de septiembre de 2013 en el observatorioCatalina [en Tucson, Arizona (EEUU)] -Pan-STARRS. Dos semanas después, el 1 de octubre, fue observado de nuevo por el telescopioKeck (en Mauna Kea, Hawai), que descubrió que había tres objetos moviéndose alrededor en un entorno polvoriento.
"[El telescopio] Keck nos mostró que merecía la pena observar este objeto con el Hubble", recuerda David Jewitt, investigador de la UCLA y autor principal de este estudio, publicado esta semana en la revistaAstrophysical Journal Letters. La resolución del telescopio Hubble permitió distinguir que en realidad había diez objetos distintos.
"Además de hacer una estimación del tamaño de los fragmentos, medimos las velocidades relativas, su antigüedad, la cantidad de escombros resultante que se suma a los fragmentos principales y observamos la evolución del objeto a lo largo del tiempo", explica a EL MUNDO David Jewitt a través de un correo electrónico.
Un asteroide de unos 600 metros
Según sus cálculos, antes de la desintegración que observaron, el asteroide podría medir unos 600 metros de diámetro.
Según recuerdan en su investigación, en el pasado se ha observado la desintegración de numerosos núcleos de cometas frágiles a medida que se aproximaban al Sol, pero hasta ahora los astrónomos no habían sido testigos de la fragmentación de un objeto como P/2013 R3, situado en el cinturón principal de asteroides."Realmente es muy raro observar algo así. Nunca habíamos visto nada igual", ha declarado Jessica Agarwal, científica del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar, en Alemania, y coautora de este trabajo.
En el vídeo que ha sido difundido este jueves, coincidiendo con la publicación del descubrimiento, se recogen las observaciones realizadas durante estos meses. En él se pueden apreciar observan varios fragmentos moviéndose y nuevos trozos de material que van apareciendo.
Las causas de la fragmentación
Los científicos consideran improbable que la desintegración de P/2013 R3 se produjera debido al choque con otro asteroide.Sostienen que si hubiera ocurrido una colisión, la fragmentación hubiera sido instantánea y más violenta. Además, los escombros resultantes tras un choque se desplazarían a una velocidad mucho más alta de la observada.
Tampoco creen que la causa de la ruptura sean los procesos internos que se podrían estar desarrollando en el interior del asteroide, como la presión que originaría el calentamiento del hielo interno y la expulsión de vapor. Creen que este objeto, situado a unos 480 millones de kilómetros del Sol, es demasiado frío para que se estén dando esos procesos.
Para los investigadores, el escenario más plausible es que el asteroide se haya fragmentado debido los efectos de la luz solar, que influye en el periodo de rotación del objeto celeste. "Sospechamos que la luz solar aceleró la rotación del asteroide", señala David Jewitt.
Los astrónomos creen que este fenómeno, conocido como efecto YORP (por las iniciales de los científicos que lo describieron, Yarkovsky-O'Keefe-Radzievskii-Paddack), hace que los asteroides roten a velocidades capaces de destruirlos. Aunque desde hace años debaten sobre su existencia, el efecto YORP nunca ha sido observado de una manera fiable.
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