La proporción de personas que tiene psoriasis en España ha pasado en 15 años del 1,4% al 2,3%, lo que representa una subida del 65%, según los datos del último estudio de prevalencia (que es el nombre médico que indica la proporción de personas afectadas por una enfermedad) que han publicado Carlos Ferrándiz y Manuel Carrascosa, ambos miembros de la Academia Española de Dermatología y Venerología y médicos del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona. Sin embargo, en este caso el aumento no parece que se deba a un agravamiento general de la población, sino a una mayor concienciación de los médicos y a que en esta década se han desarrollado unos nuevos fármacos para la enfermedad que, “aunque no la curan, tienen menos efectos adversos y ayudan mejor a controlarla”, ha dicho Ferrándiz.
De hecho, el estudio, que se ha publicado en Actas Dermo-sifiliográficas, se titula precisamentePrevalencia de la psoriasis en España en la era de los agentes biológicos. Estos medicamentos de última generación son inmunosupresores muy selectivos que están “mucho mejor tolerados”, explicó Carrascosa. “Eso no quiere decir que no tengan efectos adversos, como, por ejemplo un aumento de infecciones leves de vías respiratorias”, aclaró Ferrándiz, “pero en los 10 años que llevan usándose no se ha visto un aumento de enfermedades graves o por gérmenes oportunistas”, añadió.
Con esta actualización de los datos, España ya tiene tasas de afectados similares a la del resto de los países occidentales, algo lógico ya que la causa principal de la psoriasis es genética, y no había motivo para las diferencias que se habían detectado. Dentro de España hay pequeñas diferencias (algo más de casos en el centro), pero tampoco son muy significativas. “Parece más que las condiciones climatológicas del interior, más frío y seco, agravan la enfermedad, pero no el número de casos”, afirmó Carrascosa. Tampoco hay una diferencia significativa entre sexos, señalaron los autores del trabajo, aunque haya un 2,7% de hombres y un 1,9% de mujeres afectados.
Sin embargo, y aunque a los médicos les gustaría que no fuera así, actualmente solo el 25% de los afectados recibe los últimos tratamientos, dijo Ferrándiz. Son los moderados o graves, o aquellos que han manifestado intolerancia a las medicaciones más antiguas. Los especialistas admiten que pensar en una extensión universal de los fármacos biológicos sería muy complicado, ya que cuestan entre 9.000 y 10.000 euros al año, y, al tratarse de una enfermedad crónica, hay que recibirlos (en este caso, inyectárselos) toda la vida. Aparte del precio, los recelos ante un medicamento nuevo han hecho que las terapias biológicas se consideren de segunda línea, solo indicada para personas en las que no funcionen las antiguas.Otros datos del estudio son que el 30% tiene un familiar de primer grado afectado, algo coherente con la base genética de la enfermedad. En cambio, todavía un 13% no recibe tratamiento. “No son capaces de pedir ayuda”, señaló Ferrándiz, como señal de mala fama de esta dolencia, en la que los medicamentos tradicionales son muy tóxicos y se acumulan en los órganos, y, además, en un 30% de los casos no experimentaban ninguna mejoría.
Claro que en el caso de la psoriasis definir la gravedad no es solo un criterio médico. También existen el psicológico y las discapacidades asociadas. “Una persona afectada solo en las palmas de las manos, que es el 2% de la superficie del cuerpo, a lo mejor no puede trabajar”, dijo Carrascosa. De hecho, como recordó Ferrándiz, cuando se mide el impacto de la enfermedad en sus aspectos psicológicos o físicos, la psoriasis siempre sale entre los primeros puestos, solo detrás de la depresión por su repercusión mental, o de la insuficiencia cardiaca congestiva.
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